La variedad de enojos recorre un abanico donde distinguimos en un extremo, los leves y fugaces y en el otro, los intensos y duraderos. Son estos los que adquieren mayor probabilidad de sufrimiento en la persona y su entorno. ¿Cómo se arriba a este estado? Previamente es necesario distinguir que sus causas tienen origen en el mundo interno de las personas o en el externo. Los efectos que causan los enojos producidos en la trama interna, cuando son constantes, pueden ser nocivos, pero son expresados en soledad. Por ejemplo, las personas exigentes o perfeccionistas tienen poca tolerancia a sus errores o acciones, cuando no logran los fines previstos. El descontento que acarrea el enojo, retira el buen ánimo y los intercambios con sus cercanos, generan mal humor y escaso entusiasmo para recreaciones festivas. Este estado conocido popularmente como “personas chinchudas”, finalmente logra desvanecerse y luego recuperan un equilibrio psíquico y anímico consigo mismo y los demás.
Cuando el enojo es causado desde el exterior, al aparato psíquico le resulta mas económico generar y verter la carga hostil en él, debido a que la frustración y perturbación que provoca, se deposita en este origen externo.
Del enojo al odio
Sabiendo que este pasaje implica una activa participación de los componentes ideales marchitados, las personas afectadas, sin tener plena conciencia, le asignan sentidos despreciativos al origen de su malestar y perturbación. Por esta razón conviven con el malestar de tal forma que adquiere centralidad en su vida, por lo tanto, preocupación y confirmación de los nuevos hechos, que como leño al fuego, intensifica irritabilidad con hostilidad desbordante. En la vida familiar esto sucede cuando hay presencia de personas que desde un lugar de poder, deciden e imponen, provocando insatisfacciones al resto de los miembros de la familia.
En forma similar ocurre en el ámbito laboral, cuando los lugares de conducción o liderazgos adquieren formatos superados. Se denominan autocráticos, y en él no se consideran otras jerarquías de menor nivel y mucho menos a los subalternos. Generan un clima laboral tenso y hostil que propicia el incremento de ausencia del personal o enfermedades y sus consecuentes certificaciones médicas, así como deserciones. El clima laboral se transforma en ambiente enfermizo que produce en el grupo de trabajadores un caudal importante de hostilidad hacia su conducción.
El nuevo modo de los enojos: Con el paso de los años y bajo el imperio de la extraordinaria circulación de información que despliegan los medios de comunicación, semejante a situaciones de guerra, en que se oculta información y la que se brinda, es tendenciosa, en la actualidad se intensificaron (con un descuido grosero de las formas) la capacidad de influir en los pensamientos y sentimientos de sus lectores o espectadores. Este comportamiento comunicacional que se da a nivel mundial, obedece hoy, sin reparos, al direccionamiento de intereses económicos e ideológicos, por lo que ofrecen, información parcializada, y en ocasiones, sin confirmación de las fuentes, originando las conocidas noticias falsas.
Todo esto ha sido un contribuyente eficaz a la subjetividad individual y colectiva donde anida un estado de “enojocidad social”, que remite a una disconformidad amplia que se asocia al “Malestar en la Cultura”, término designado por Freud, quien se pregunta sobre la infelicidad del hombre que vive en sociedad. Y encuentra tres fuentes de sufrimiento: la naturaleza hiper-potente que lo somete, el cuerpo propio como fuente de sufrimiento y las relaciones mantenidas con los otros (sociales, amorosas).
Es fácil comprobar la existencia de este estado emocional social que se expresa en este otro gran actor de las comunicaciones, las redes sociales. Estas son propiedad y dominio de pocos dueños, que se muestran como abiertas, libres y equitativas, pero que en la realidad no es así, ya que todas las expresiones que en ella vertemos los usuarios, gozan de un estricto control sobre qué palabras e imágenes se permiten circular o no.
Centrándonos estrictamente en el gran caudal de enojos que hoy nos acompaña y que algunos denominan odio, es importante distinguir que ha crecido no solo por la influencia de los medios, sino porque existe en forma individual y colectiva, afinidades y empatías con modelos ideales de conducción que se diferencian. Y si bien esto resulta una condición saludable en los estados democráticos, vale decir, que los partidos políticos propongan sus mejores ideas y acciones para la realización de las personas, ocurre que en defensa de estos supremos fines, se ha filtrado algo que antes no existía de manera tan visible como hoy.
Es aquí, donde observo que se incorporaron los intereses económicos que gobiernan el mundo. Ellos hacen hoy, un trabajo extra, como es la de influir, sin intermediarios (ya que tambien son propietarios no siempre visibles de las corporaciones comunicacionales) y cuentan con la antigua y eficaz herramienta de “saber imponer” el producto a consumir, Es decir, son eficaces manipuladores de deseos. ¿Y cuál fue y es la forma de lograrlo? Como desde hace mucho tiempo, la vía publicitaria. Que es el modo eficaz y masivo en que cualquier objeto de consumo adquiere visibilidad y atracción, sumado a una elevada dosis de idealidad.
En esta instalación de un nuevo “objeto de consumo” participan los medios ya no con su histórica “tanda publicitaria”, sino que cuentan con editoriales periodísticas, periodistas encumbrados que direccionan sus palabras hacia los fines preestablecidos y con inversiones económicas en esa dirección.
La sociedad padece estos comportamientos del supra poder económico en los países occidentales y mucho más cuando el estado decide no ejercitar sus límites. De esta manera la sociedad recibe un cúmulo de estímulos sensoriales e intelectuales con textos e imágenes que se incrustan según inclinaciones previas. Esta situacion ensancha las diferencias entre las personas, haciendo que la hostilidad y enojos queden entre ellos, buscando algunos, la manera de resolver esta triste dicotomía, ya que los intereses económicos dominantes, seguirán canalizando sus intenciones a través de las emociones. (Causar enojos, tiene beneficios, diría una publicidad).
No perdamos de vista que la construcción de sentidos sociales favorables se sostienen en ideas y afectos positivos. Si este soporte es sólido, el enojo, la hostilidad y el llamado odio, se desvanece.
Lic. Mario Sarli
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