“Algo hay que hacer”, le dijo su mamá a Andrea. Ella tenía 6 años y se quejaba porque, por la tarde, mientras su mamá iba a trabajar, ella se aburría y también la extrañaba. A los 5, había empezado el jardín de infantes, pero había una parte del día en la que no tenía nada para hacer. Así fue que juntas decidieron que Andrea empezara clases de brasileño y árabe, en un instituto de danzas de Villa Adela.
Andrea asegura que le encantó bailar, y que eligió seguir perfeccionándose en danza clásica y jazz; hasta que en 2016, se recibió de profesora. Hace dos años, empezó a investigar sobre danza contemporánea, y hace uno, empezó a estudiarla.
Con sus 18 años, a Andrea la podés encontrar bailando en distintos eventos, y cuando suena la música, ella se levanta y empieza a mover el cuerpo con una energía envidiable. Por lo general, la gente dice que llora cuando la ve bailar. Será por su fuerza, por todo lo que dice a través de la expresión y el movimiento. “Creo que depende del personaje que encarne en cada momento. Cada uno se mete en un personaje. Según lo que sea que se esté representando. Tengo momentos en los que bailo sólo por entrenamiento; pero, cuando se hacen las presentaciones, me cargo de una energía que también depende del lugar. Los lugares me hacen transmitir distintas cosas, que no puedo definirlas con palabras. Pero, generalmente, condice lo que transmito con lo que estoy representando”, explicó la bailarina.
Sus primeras apariciones en Concordia las hizo junto al grupo de danza-teatro “No estoy de acuerdo con nada”, una experiencia fuerte, porque hablaba de la trata de personas, de la desaparición de mujeres, de los femicidios. “Lograr transmitir eso, fue algo difícil. Yo me cargaba, lo descargaba en escena, y el público se llevaba algo, que era lo que yo quería transmitir. Funcionaba como un proceso, una mística que tiene cada una de las representaciones”, comentó Andrea.
Con respecto a qué es la danza-teatro, la bailarina y actriz explicó que se trata de comunicar, por medio del cuerpo. Lo que en el teatro se comunica por medio de la voz y la actuación, en la danza-teatro se comunica sin involucrar la voz. A través del movimiento del cuerpo, el público tiene que entender el mensaje que se quiere transmitir.
En un momento concreto, Andrea sintió que tenía que salir a la calle y decir a través de la danza. Se dio cuenta de que también servía para militar ciertas causas, que tenía en común con otras mujeres. Así es como se empezó a identificar con el feminismo y, para el 8 de marzo pasado, hizo una intervención en el medio de la Plaza 25 de Mayo, que fue conmovedora y muy atrapante: “Ahí fue cuando dije: ´ah, lo que hago también servía para esto. Lo que cada una puede hacer, sirve para aportar a una voz en común´”, recordó Andrea.
La danza hizo que se conectara con otros cuerpos en escena, y a través de la improvisación, que es aún más difícil. “El secreto está en la escucha, y no de la voz, porque trabajamos con el cuerpo. Es escuchar al cuerpo. Es activar los sentidos, la visión, es ver al compañero o a la compañera y tratar de encajar. Ese momento se vive como un rompecabezas. Podés encajar con el otro o ser todo lo contrario. Porque, a veces, esa dualidad hace que se genere algo re copado. Es ver qué me está ofreciendo el otro y qué puedo agregar yo a eso. Es un juego. Es decir ´Mirá, yo hago esto. ¿La seguimos? Y vamos viendo´”.
Hay cuerpos con los que Andrea ya está acostumbrada a encontrarse mientras baila. Soledad Chertin, también bailarina, suele entrar a jugar a la ronda y, entre las dos, van creando bailes admirables, a través de la improvisación. Es una de las referentes y a quien admira Andrea, al igual que a Patricia Arrieta y Natalia Noir, todas artistas locales.
En el último tiempo, la bailarina también se fue encontrando con la música de distintas artistas de Concordia, como Malvina Gutiérrez o La Yan Elordi, y ese es el momento en el que fluye. “Cuando se logra conectar con el músico o la música, surge algo lindo. Y cuando no fluye, no fluye. A veces pasa que bailás dos veces la música de un artista, y no es lo mismo, y cuesta encajar. Todos los días somos la misma persona, pero distintas personas al mismo tiempo. Entonces, cuando nos paramos como artistas, aunque no quieras, eso te atraviesa”, expresó Andrea.
Mañana, viernes 21 de diciembre, a las 21, en Cuarto de Luna (Damián P. Garat 485), Andrea pondrá en escena “Souvenir”, un unipersonal de danza-teatro, que dura 50 minutos, y que viene preparando hace aproximadamente un año: “Hace tiempo que tenía ganas de hacer algo propio, y nunca me cerraba la idea final. Con ´Souvenir´ me pasó que me senté un día, desde la mañana hasta la tarde, empecé por la música, y después logré armar todo”, confesó Andrea.
¿Qué es un souvenir? La bailarina lo propone como un objeto, como lo que es. Pero es para pensar en qué momentos nosotros somos personas-objeto. Servirá para reflexionar sobre qué cosas pasan afuera de nosotros, y que al dejarlas pasar hacia nosotros mismos, nos convierte en un objeto. ¿Cómo reaccionamos frente a eso? “El unipersonal tiene que ver con una cuestión sociocultural que me fue haciendo mucho ruido este año. Habla de nuestra propia basura. Puede que la gente se sienta incómoda en algún momento; eso tiene que ver con cosas que no tenemos aceptadas. Me ha pasado de ir a ver actuaciones y sentirme incómoda, porque me estaban tocando donde yo no quería ver”.
Con música de “Víctimas del Spleen”, una banda de post-industrial y electrónica, este unipersonal integrará danza, teatro, objetos en escena, una escenografía minimalista, pero que nos invita a cuestionarnos sobre algunas problemáticas sociales, y que promete un final muy visual.
Cupos limitados: Reservas e información al: +54 9 345 432-6115.
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