Sébastien Ogier consiguió la victoria en un impredecible, ajustado y espectacular Rally de Gran Bretaña. El piloto de M-Sport Ford sacó una enorme tajada de los problemas de Ott Tänak y Thierry Neuville para colocarse en cabeza y, a la postre, certificar la cuarta victoria de la temporada. De esta manera, ha compactado la batalla por el Campeonato del Mundo a falta de sólo dos pruebas para la conclusión, en una de las temporadas más emocionantes de los últimos tiempos.
El rally comenzó con Ott Tänak en modo dominante. El estonio dominó de cabo a rabo la jornada del viernes con cinco scratches y labró una ventaja de más de medio minuto respecto al segundo clasificado. Dicha ventaja se vio aumentada durante el bucle matinal de la etapa del sábado, hasta que llegó la catástrofe en el decimosexto tramo, donde tuvo que abandonar con el radiador dañado después de un ínfimo golpe.
El propio Tommi Mäkinen no daba crédito al ver el abandono de Tänak, cuando lideraba con holgura el rally y tenía la posibilidad de colocarse líder del Mundial, por lo que mostró su decepción. “No saben exactamente qué ha sucedido. Creo que primero perdió la protección y luego rompió el radiador, por lo que la presión del agua se fue. Es una gran decepción”, afirmó el jefe de Toyota.
El mayor beneficiado fue Sébastien Ogier. El pentacampeón francés, que el viernes corrió sin las dos primeras marchas de su Ford Fiesta WRC por un problema en la caja de cambios, marchaba segundo en la clasificación general cuando Tänak se vio obligado a abandonar y, por ende, ascendió hasta la posición de mayor privilegio inmediatamente. Pero aún faltaba un escollo por superar: Jari-Matti Latvala.